La familia Trapisonda: "Vamos a salir un momento... ¡Cuidado con la bicicleta!" (01-11-1993). 1 pág. Pancracio prueba una bicicleta del vecino y acaba saliendo de la casa y empotrándose en el escaparate de una tienda de porcelanas.
La familia Trapisonda: "¿Qué es eso que traes ahí?" "Al menos podrías contestar, ¿no?" (01-11-1993). 1 pág. Pancracio modela en arcilla un busto con la efigie de su jefe pero termina en la cabeza del perro Atila y piensa que su subordinado se burla de él.
La familia Trapisonda: "¡Hola, Pancracio! Qué... ¿Estás fuerte, estás fuerta?" (01-11-1993). 1 pág. Pancracio ayuda a una vecina a subir una lavadora desde su piso al suyo pero lo que ella quería era bajarla a la calle porque no funciona.
La familia Trapisonda: "¿No has visto los periódicos?" "No, ¿por qué?" (01-11-1993). 1 pág. Pancracio está celoso de que todos sus conocidos salgan en los periódicos. Le pide a su jefe que le gustaría ver su foto en todas partes y anuncian un crecepelo con su cara.
La familia Trapisonda: "Bueno, ya está lista..." "Pancraciooo, ven a ayudarme!" (01-11-1993). 1 pág. A Pancracio le encargan que ponga en marcha la lavadora portátil pero la empuja, se monta encima y sale por la ventana cabalgando sobre ella.
La familia Trapisonda: "He oído cómo se abría una ventana... ¡Deben ser ladrones!" (01-11-1993). 1 pág. Entran ladrones en la casa. Pancracio trata de detenerlos pero en todos sus intentos Atila está por medio. Cuando un amigo le aconseja que se compre un perro, no puede reprimir su ira.
La familia Trapisonda: "¡Ya está el desgasta-sillones en plena tarea!" (01-11-1993). 1 pág. Los sobrinos de Pancracio le gastan una broma: mientras él tira del extremo de una cuerda al otro extremo no están ellos sino un guardia.
La familia Trapisonda: "No, no, no; le digo que no" "¿Ya estás escuchando? ¡Curioso!" (01-11-1993). 1 pág. Pancracio regaña a su hermana por no querer hacer un favor a la vecina. Y él accede sin saber que lo que quería era tender la ropa en su salita.
La familia Trapisonda: "¡Qué barbaridad! ¡Qué mal me encuentro!" "¡No puedo ni llegar a casa!" (01-11-1993). 1 pág. Pancracio está cansadísimo y no ve la hora de llegar a casa pero no dejan de molestarle. Por eso no se entera de que los cimientos están cediendo y deben salir corriendo.
La familia Trapisonda: "¡Uf! ¡Acabo super-agotada cada vez que barro la casa!" (01-11-1993). 1 pág. Pancracio compra una aspiradora a su hermana pero en el camino a casa no cesa de provocar tropiezos con ella. Para colmo, su hermana ha comprado otra y la tira por la ventana.
La familia Trapisonda: "Voy a salir un momento, hermana... ¿No tendrás por ahí veinte duros que...? (01-11-1993). 1 pág. Pancracio pide dinero a su hermana y ésta se lo niega. Cuando le ve con un abrigo que está hecho un harapo recapacita y decide comprarle un abrigo. La verdad era que Pancracio se había confundido con el de otra persona en la barbería.
La familia Trapisonda: "A ver cómo está la comida" "¡Cómo chirría esta puerta!" (01-11-1993). 1 pág. Pancracio cree que una puerta sigue chirriando a pesar de todo el aceite que le echa pero se trata de un cochinillo que su hermana quiere cocinar.
La familia Trapisonda: "¡Uoaaay! ¡Me duermo con este calor!" "¡Lástima no fuera por cien años!" (01-11-1993). 1 pág. Pancracio cae en las bromas de sus sobrinos y hermana que ponen un cubo sobre la puerta y una cuerda para que tropiece. En venganza, pone un montón de piedras para que caigan al abrir pero quien se lleva el golpe es su vecino campeón de lucha libre.
La familia Trapisonda: "A ver si me dejan dormir tranquilo, sin mandarme ningún trabajillo casero..." (01-11-1993). 1 pág. Pancracio no quiere hacer nada en casa pero su hermana le pide que le ayude a levantar la estatua del abuelo. Pancracio desaparece durante 6 horas y al volver se entera de que la estatua del abuelo había caído sobre el pie de su jefe.
La familia Trapisonda: "¡Paso! ¡Pasooo...!" "¿A dónde vas tan deprisa?" (01-11-1993). 1 pág. Pancracio tiene una cita con Mister Tekamel que le va a ofrecer un trabajo y trata de ponerse un traje limpio y elegante pero no consigue más que una bata de cola de su hermana.
La familia Trapisonda: "Voy a poner en marcha la siesta de las diecisiete treinta" (01-11-1993). 1 pág. Tratando de vengarse de las trastadas de su perro Atila, Pancracio tira por error un petardazo al bull-dog del vecino que le muerde sin piedad.
La familia Trapisonda: "¡A ver, botones; dígale a ese tonto que venga!" (01-11-1993). 1 pág. El jefe de Pancracio le encarga que recoja un collar para su mujer en la joyería. Atila se lo quita y lo entierra en un solar.
La familia Trapisonda: "¡Qué tarde tan aburrida...! ¡No tengo ganas de hacer nada!" (01-11-1993). 1 pág. Pancracio quiere dar un susto a su familia y se esconde en un saco de ropa sucia que se lleva un mozo de la lavandería. Para ahorrar trabajo lo tira por el hueco de la escalera.
La familia Trapisonda: "Vamos a ver lo que traen hoy los sucesos..." (01-11-1993). 1 pág. Después de una persecución al impertinente de Atila, Pancracio monta en cólera cuando le piden un donativo para la protectora de perritos desvalidos.
La familia Trapisonda: "Hoy, como es fiesta, me voy a empapelar la salita yo solito" (01-11-1993). 1 pág. pancracio intenta empapelar la casa pero ni Atila ni sus sobrinos le dejan trabajar tranquilo. También piensa que su hermana se ha metido detrás del papel pero es doña Robustiana.
La familia Trapisonda: "¡Caramba! ¡un billete de mil volando!" (01-11-1993). 1 pág. Pancracio encuentra un billete de mil pesetas en la calle y trata de esconderlo de su familia con tan mala suerte que lo pierde al meterlo en el tabique que separa su edificio del de al lado sin saber que éste último se ha derrumbado.
La familia Trapisonda: "¡Qué bien! ¡Ya está aquí el verano!" (01-11-1993). 2 pág. Dado que no hay dinero para irse de vacaciones, Pancracio compra helados para la familia pero uno tras otro acaban estrellados contra un guardia camino de casa.
La familia Trapisonda: "Esa lengua no me gusta nada" "¡Hombre, las hay peores!" (01-11-1993). 1 pág. El médico aconseja a Pancracio que se ponga a régimen y coma lo que comería un niño de tres años. Él le hace caso y come cada día un puñado de tierra, dos botones, una moneda y un soldadito de plomo pero no nota mejoría.